5 Elementos Esenciales Para aoraciones
5 Elementos Esenciales Para aoraciones
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La Inexplorado dijo a Santa Brígida de Suecia: «Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos.
Contempla los dos sacrificios en el Calvario – individuo, el cuerpo de Jesús; el otro, el corazón de María. Triste es el espectáculo de la Raíz del Redentor viendo a su querido Hijo cruelmente clavado en la cruz. Ella permaneció al pie de la cruz y oyó a su Hijo prometerle el paraíso a un ladrón y perdonar a Sus enemigos.
Ambas obras serán de ayuda fundamental para la consulta de la doctrina católica enseñada por los papas y concilios.
A la Casto de los Dolores encomendamos a los jóvenes y a las familias, a las naciones y a la humanidad entera.
¡Oh Madre, tan afligida! Luego que en la persona del apóstol San Juan nos acogiste como a tus hijos al pie de la cruz y ello a costa de dolores tan acerbos, intercede por nosotros y alcánzanos las gracias que te pedimos en esta oración.
Meditar los siete Dolores de Nuestra Madre Santísima es una manera de compartir los sufrimientos más hondos de la vida de María en la tierra.
Estos representan los siete momentos culminantes de los dolores de la Virgen. Y se han representado esos siete dolores, con siete espadas que traspasan el corazón de Nuestra Origen.
Si se vuelve a mí con un sincero propósito de mejora, estoy preparada para recibirle con mi Gracejo, porque YO no tomo en cuenta el núsimple de pecados que ha cometido, sino que me fijo con la disposición que vienen hacia mi; yo no obstante no siento aversión por curar sus heridas, porque yo soy llamada y soy la Madre de la Misericordia»
El teólogo Pablo Cervera nos explica que la Inmaculado vivió todo dolor humano en intensidad y plenitud incomparables
¡Ah! ¡que no hay entendimiento que pueda comprender, ni fortaleza que pueda resistir la desgarradora pinta de ese cuadro desoladísimo que presenta la Doncella en su amarga soledad!
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¡Ay, dulce Madre!, traspasad mi corazón culpado con aquella espada agudísima que desgarró el vuestro al pie de la cruz de vuestro Hijo candidato de amor y de dolor por mí, miserable y desagradecido pecador… Yo soy… ¡oh! sí, yo soy el reo de su atroz suplicio: yo soy quien desprecio e insulto a cada paso el conspicuo sacrificio de bienquerencia que hizo por mi eterna salvación. Yo me junto a cada instante con la turba de verdugos deicidas que le crucificaron.
Tomo la resolución de nunca confiarse tu servicio y de despabilarse con todas mis fuerzas, la honra y la empíreo que te son debidas.
La Coronación Chuchoónica se vio precedida por una serie de actos religiosos y culturales que se desarrollaron durante los meses previos a la ceremonia.